Descripción
A veces la vida se hace poema y todas las cosas se expresan libres, cada una con su propia voz; brotan versos palpitantes de alegría, dolor, miedo, amor, duda o calma, versos cotidianos que hablan de todo lo que hay y hablan a toda persona atenta a la voz de la existencia.
A veces la vida se muestra como espacio amoroso que posibilita y sostiene la danza de los opuestos, que armoniza la tristeza en la paz, el dolor en el gozo, el «no puedo» en la apertura y la posibilidad infinita…
A veces la vida se hace poema y nos invita:
Deja hablar al corazón,
que los ruidos callen,
que enmudezca el afónico grito de lo mejor
y se exprese, sencillamente, lo que hay,
sin el envoltorio ni el maquillaje de lo bueno.
Que no cale el devastador eco del juicio,
la sorda represión de lo que no tendría que ser.
Que la vida se diga, honestamente,
vestida de fiesta o con harapos,
que la vida se diga amplia y libremente.
Que la vida se diga así, sin nada más,
como está,
como es.
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