Descripción
Es una ingenuidad pensar que solo existe cuanto apreciamos por los sentidos y del modo en que es captado por nosotros.
Hay mucho que no percibimos. Esta constatación científica nos invita a dar un salto, también a la transcendencia. La fragilidad del mundo, nuestra propia fragilidad, es una desnudez que se viste de mil y una formas, con mil y un harapos o vestidos lujosos. Hay Alguien que sostiene esa debilidad, esa desnudez y, a un tiempo, sostiene todos los trajes con los que nos vestimos: «Tú eres, a un tiempo, todos los vestidos de la desnudez».
Con un verso sencillo –libre en la primera parte, con metro y rima en la segunda– el autor nos invita al goce estético y, a un tiempo, a la reflexión profunda; con poemas de presencia y de ausencia, de lógica y de intuición, buscando sentido y no solo felicidad.
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