Descripción
La suerte, el azar y las circunstancias quedan evidenciadas por la Llamada del Destino, que personaliza el recorrido de ese río que es nuestra vida. Y en la que Beethoven se inspiró para dedicarle una sinfonía.
El nombre del protagonista, Nilo, no ha sido elegido al azar, sino que ha sido escogido como símbolo de vida.
Los tramos por los que su cauce zigzaguea (más de seis mil Km) es comparable con los parajes y vicisitudes por los que pasamos todos los seres humanos a lo largo de nuestro “trayecto”. A veces, solos. Tramos de cristalinas aguas que podrían ser nuestra infancia. Otros, peligrosos, con remolinos y turbulencias, asociados a la edad adulta, edad en la que estamos más preparados para luchar —hasta contracorriente, si se tercia, por estar en nuestra plenitud—. Y tramos de remansos rodeados de relajante vegetación y también de cauces áridos, inhóspitos y “solitarios”, que marcan un camino sin retorno. La vejez.
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