Descripción
Que no haya olvido es el diario de quien no marcha de vacaciones y vive el desangro de la gran ciudad en agosto, cuando el silencio y el tiempo se crecen ante la prisa. Entonces recobra importancia el pasear y contemplar, una noche cualquiera, un álbum de fotos: un antiguo viaje a Extremadura. El poeta lleva del presente un cansancio asumido y hasta bello, mientras que del pasado toma la luminosidad de un paisaje, que ahora puedde engrandecer. En la obra se encuentran dos formas de hablar, como siel lenguaje se mantuviera fiel a distintas vivencias, pero bajo el mismo pulso.
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