Descripción
A partir de aquellos primeros encuentros tan decisivos en el patio de Letras de la Universidad de Barcelona, se anudaron amistades y se vivieron paisajes, traiciones, abismos. Fueron experiencias que consolidaron parejas, sellaron acuerdos y algunas de ellas acabaron en torturas, cárceles, exilios, exclaustraciones y bodas. Todos avan- zaron según los designios marcados por el año y el lugar de su nacimiento. En una cafetería de la Plaza de Castilla, Pirri e Isabel vivían uno de sus últimos días como universitarias.
(Del «Primer paisaje»).
Xan aprendió que en las dictaduras el precio de la supervivencia es el silencio. Fue fácil pues lo suyo era pescar y buscar la libertad mientras escrutaba cielos, nubes y viento, y soñaba con Ilse, una mujer de Westfalia. Le gustaba navegar cuando em- pieza la hora gris y mar y montañas sienten la proximidad de la noche. Era tarde y decidió regresar, encendió su candil y lo colgó del mástil para ser avistado. ¡Cuántas vivencias encerraban aquellos paisajes, aunque el frío y la humedad congelaran las memorias!
(Del «Segundo paisaje»).
Carolina recordó las torres de Nueva York en cuyas terrazas había paseado. Tras el ataque de 2001 había vuelto a la gran metrópoli donde la herida del subsuelo había cobrado una impronta inusitada. Esos rascacielos y su derrumbe, le explicó a Rafa, son un reflejo de mi boda. Juventud y gallardía fueron cercenadas en un abrir y cerrar de ojos, haces algo tan sencillo como introducirte en un coche vestida de blanco y del pasado solo queda un apagón, un abismo, una imposición insoslayable, un planeta a descifrar.
(Del «Tercer paisaje»).
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