La buena literatura se caracteriza por poner el dedo en las llagas sociales de forma contundente y a la vez lúdica y lúcida.

Una de las llagas más clamorosamente sangrantes de nuestra sociedad es, por cierto, es el uso de la enfermedad como negocio lucrativo en sus muchas vertientes: la utilización de los enfermos como conejillos de indias;  el empleo de medicamentos, cuyos efectos secundarios a veces pueden ser peores que la propia enfermedad.

Cuando la enfermedad se concibe como un negocio es natural que se experimente con ellas para sacar el máximo de rentabilidad.

Este es el ambiente en el que Oloc, el protagonista de nuestra novela, se ve inmerso, como muchos ciudadanos de carne y hueso.

Pero no estamos ante la típica novela de denuncia, sino ante una poderosa obra imaginativa que conduce y seduce al lector por los oscuros vericuetos del sufrimiento humano, hasta el extraño desenlace final. El dolor, la indefensión, el delirio que persiguen al protagonista constituyen un inquietante cóctel literario en el que, por contraposición, también surge la belleza, la rebeldía y el humanismo agitando la mente del lector.En resumen una novela necesaria para reflexionar y cambiar de rumbo y de patrones, y también para disfrutar de una gran obra literaria

 

José Membrive