Presentación del libro «De bien nacidos»
Presentación del libro De bien nacidos
Jaén, 21 de febrero de 2018
Querido Pepe: quiero mostrarte, con estas breves palabras, que me he leído muy atentamente tu libro y, como me considero bien nacida, te agradezco este ejercicio de amor que haces en él, intentando dar respuesta a lo que nos propones en el Epílogo bajo el lema de Consejos:
- Nos conocimos en la universidad, año 1974… Tú, recién salido del seminario, yo, de una adolescencia mojigata. Parecía que todo era nuevo para los dos; pero muy pronto tú tomaste el camino del interesante momento histórico y social que estábamos viviendo. Recuerdo tu inteligencia, tu sentido del humor, irónico, casi sarcástico, y tu compromiso político y social.
- Todos los momentos que recuerdo junto a ti me llevan a un sentimiento de admiración y cariño… Y también de preocupación, por tu comprometida actividad política. Aunque no te lo haya dicho nunca, mi militancia social nació contigo; fuiste mi primer referente de valentía ante la represión y la injusticia.
- Pepe, lo de dejar la mente en blanco no sé hacerlo muy bien; menos mal que tú sabes dictarme muy bien las vivencias conjuntas, que se resumen en el cariño y respeto que me transmites cada vez que nos vemos.
Nuestro querido amigo ha presentado en este libro la evolución que ha sufrido, mejor, que ha vivido, en su faceta personal y que expresa así: de viejo seminarista a materialista y, por último, a espiritualista. Y, ciertamente, parece que que ha sufrido una proceso que iría desde el dominio de la razón en su juventud al dominio del sentimiento en su madurez; o como dice él en este poemario: un camino recorrido desde el cerebro hasta el corazón.
Sin embargo, yo, que he tenido la fortuna de conocer la etapa “materialista” y la “espiritualista” —dejamos de vernos al acabar los estudios universitarios y no volvimos a encontrarnos hasta 1996; habían pasado diecisiete años—, puedo afirmar, como diría Miguel Hernández, que “la lengua en corazón tiene bañada”. Siempre; incluso en su etapa más política.
Y también sé —continúo con Hernández—, que “como el toro te creces en el castigo”, porque has sido y serás un revolucionario; tu pensamiento ágil está en constante evolución. Recuerdo que, en los años de juventud, cuando a mí me faltaba coraje, tú eras un ejemplo de luchador; ahora, que me sobra la indignación, cada vez que nos vemos, me aportas la actitud de serenidad que necesito.
Pepe, gracias por tu amistad, por haberme permitido compartir contigo este momento tan especial y, sobretodo, porque me has animado, como tú dices, a darle rienda suelta a mis sentimientos, que los tenía amordazados.
María Ángeles Perea
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!