Octavi Piulats, Jueves 18 de febrero de 2021
Érase una vez en el siglo XX una tierra soleada y de agradables temperaturas (nunca llueve en San Francisco) llamada California, que había sido forjada por la fiebre del oro y el puritanismo americano de buscar la salvación del alma en los negocios. En esta tierra en donde desfilaban las estrellas de Holywood, en los años 60 de repente la juventud debido a la guerra del Vietnam y el materialismo, se apartó del «american way of life» y empezó la mística Hippy, las fiestas con LSD, y la hedonismo de la generación del amor libre, todo bajo la música psicodélica y la muerte de Jimi Hendrix.Parte de esta juventud del Flower Power se orientó al fin y al cabo a los negocios y potenciaron la era de los ordenadores, construyendo las fábricas en el valle de Santa Clara, que pasó a denominarse «Silicon Valley», como alusión a la relevancia del silicio como material informático. Luego vinieron los sucesos de las Torres Gemelas en New York en 2001 y una gran parte de los hijos de aquellos empresarios se dieron cuenta en función de la seguridad nacional de la importancia de almacenar información.Así pues la antigua «Love Generation» mutó en la sociedad del conocimiento y creó empresas Start-Up y Think-Tanks. Esta nueva generación californiana ya no fue revolucionaria, ni contracultural, sino que a través de el software, los algoritmos y finalmente del iphone edificaron un nuevo neocapitalismo, pero que retenía en las formas y en la estética el toque contestario y libertario del 68.En otras palabras: el Siliconismo es más que una economía, es una concepción civilizatoria, que pretende extender el valle a todo el mundo replicando nuevos pequeños valles. Empresas como Google, You Tube, Apple, Facebook y muchas otras que hoy dominan digitalmente el mundo y tienen ganancias astronómicas nacieron de esta mística juventud californiana. Nunca en la historia ha sucedido un fenómeno de esta envergadura, es decir que una o dos generaciones de jóvenes con talento pero dinámicos y muy guay fueran capaces de conquistar parte del tiempo de nuestras vidas alrededor de todo el planeta.Todos conocemos las ventajas de los productos del Siliconismo, pero sabemos menos de su lado oscuro. Explicar sus aspectos negativos desbordaría esta publicación , aquí tan sólo daré algunas pinceladas al tema aludiendo además a los algoritmos de la Inteligencia Artificial y la robótica digital.Quizás en primer lugar hay que señalar que las empresas Start-Up pueden parecer muy dinámicas y con atmósfera muy guay, pero lo que esconden son creación de escasos puestos de trabajo, con contratos temporales, y con un director a menudo que como depredador liquida al menor fallo a sus empleados.Como se ha dicho las empresas digitales a través de su presencia en las redes y la telefonía móvil almacenan una cantidad enorme de datos lo que les proporciona un poder que trasciende a los mismos estados. El poder económico y social que confieren estos datos es inmenso y en parte desconocido. Pero la perla del Siliconismo es ahora la Inteligencia Artificial traducida en el mundo digital a través de los algoritmos matemáticos. La IA es más que una sub-rama de las ciencias de la computación, se trata de un sistema global que interconecta a través de ordenadores, Smartphones, Chats-bots, casas inteligentes, vehículos automáticos y GPs, a los seres humanos con las ideas y objetos del mundo, reduciendo estas relaciones a expresiones binarias de carácter matemático que facilita la computación y el almacenamiento de estos datos.Cuando la IA nos ofrece en el buscador de Internet a nuestro menor movimiento un cascada de posibilidades de elección, y nosotros por comodidad y confort accedemos a sus propuestas, empieza a disminuir nuestra autonomía y nuestra creatividad. Estamos empezando a declinar nuestra propia autonomía. Cuando hacemos con el móvil una fotografía de un monumento y por la IA aparecen sugerencias y datos sobre este monumento, abrimos la puerta a que la empresa digital piense por nosotros. En última instancia, el uso constante de Iphone conectados a las redes de Internet y sus vídeos, podría interpretarse como una pulsión inconsciente que sigilosamente nos dice que nuestro Ego creativo ya no nos interesa, preferimos las relaciones externas a estar con nuestro Yo. Por supuesto, como indica el filósofo Sadin, las empresas de la era digital tienen graves contradicciones ecológicas, empezando por algunas de sus materias primas y su contribución al electromagnetismo artificial terrestre, pero esto para más adelante. En nuestro país en estos tiempos de pandemia, la sociedad española se enfrenta entre ella misma por motivos sociales y políticos, mientras los tentáculos de las Start-Up crecen y se extienden.¿ Recuerdan la conocida historia de la discusión de dos liebres decidiendo si son galgos o podencos?.