El tiempo es mi lengua

 

Fantasía y realidad, al igual que dolor y felicidad, verso y prosa, sueño y vigilia, paz y guerra forman parte indivisible del mismo conglomerado de la vida y solo hay un lenguaje en el que puedan ser expresados sin contradicciones: el poético.

Todas las experiencias pueden ser dañinas o sublimes en función de la mirada que despleguemos sobre ellas.

La mirada poética de Slavi está más allá de su propia individualidad, de su tiempo, de su espacio, de su felicidad, de su dolor, también del nuestro, es una mirada intemporal, cósmica en donde los paisajes, la geografía, son los auténticos protagonistas “los ríos pintan las mañanas y por la mañana la linfa se convierte en espuma blanca, lejos de estos ríos está mi patria. Los ríos son la sangre de mis recuerdos que parece que se derraman en los otros mares… el viento está mezclado con mis raíces, el tiempo es mi lengua…”

Bajo este prisma el amor, la guerra, la muerte el placer, se invisten de un halo telúrico que nos despoja de todo aquello que no es memoria, contemplación, de todo aquello que no está narrado por la intemporal lengua del tiempo.

Y el tiempo narrador prescinde de la rima, del rítmico acento del verso. El tiempo apenas tiene más lenguaje que el de su lento remanso en la memoria del poeta que se confunde con la propia naturaleza narradora.

El poeta, abducido por la voz de la naturaleza, termina siendo hablado por ella, se convierte, más que en su portavoz, en su voz, más que en su mensajero, en su mensaje. La poesía como expresión creada por la madre naturaleza que se dirige a cada uno de sus hijos, como canción de la vida con todos sus claroscuros, más allá de los límites de la individualidad, del dolor o de la felicidad, diluidos ambos en el mar eterno de la memoria poética.

Hablar de lo cotidiano con lenguaje intemporal, hablar de nuestras experiencias, como parte integradora del alma de la tierra es transfigurar nuestra humilde condición, elevarnos a la categoría de lo cósmico, es tejer la poesía con el aliento de cada instante. Para el poeta “El alma es el tiempo. Puede mirar sin los ojos.

“No hay límites temporales ni espaciales, el aquí y el ahora se mezcla con el ayer. Afirma Isabel Rezmo en el brillante prólogo.

Esa inmersión  en la condición cósmica del ser humano, o mejor dicho, en la condición humana del cosmos, exige una metamorfosis en el poeta y, por consiguiente, en el lector. Aprender a vernos, a relatarnos de una manera más esencial, conlleva la adopción de un lenguaje exento de todo artificio, centrado solo en la expresión primigenia, inocente y a la vez lúcida, del susurro anímico, sin más voluntad de rima, sin más ritmo que el de la palabra fontal, inevitable.

Armenia es un país que aún cree en la poesía, que la vive intensamente, en sus escuelas y en sus universidades, país pionero en la adopción del cristianismo como coagulador de la cultura occidental, país que ha mantenido, como el propio poeta, su voz trascendiendo a su dura historia de invasiones y genocidios. Es natural que, en tiempos también de desorientación cultural y desplome de valores obsoletos que afecta a occidente, Armenia nos regale la voz esencial, seminal, renovadora de sus poetas, tan duchos en la contemplación del desplome de regímenes socio-políticos que parecían invulnerables.

Slavi también ha tenido que hacer frente a situaciones crueles, como soldado en Siberia del ejército ruso. De todas sus heridas, de su fuerte tradición en la mirada trascendente, y de su enraizamiento en el dolor y en el amor es de donde surge su propuesta renovadora, su manera de reinventarse la poesía para que podamos reinventarnos a nosotros mismos.

Días de paz, exige ser leída con mirada de niño, pero también con la mirada valiente de quien esté dispuesto a ver más allá del prisma egocéntrico que tanto daño a la poesía y a la sociedad contemporánea.

 

José Membrive

Nos enorgullece anunciaros que la Academia Xacobea en colaboración con la Secretaría Xeral de Cultura y la Secretaría Xeral de Política Lingüística de la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria da Xunta de Galicia y patrocinio de Ediciones Carena, convoca el Premio de poesía Camino de Santiago: Certamen Poético “Se hace Camino” cuya obra ganadora será publicada por Ediciones Carena, con el fin de promover y divulgar el Camino de Santiago y el fenómeno jacobeo.

A este premio podrán concurrir todos los poetas o poetisas de cualquier lugar del mundo con un poemario escrito en castellano o gallego, cuyo contenido oscile entre 450 y 550 versos, cuyo tema de fondo será: “la vida como camino” y que deberá mantener una vinculación explícita o implícita con el Camino de Santiago. 

El ganador recibirá un premio dotado con MIL QUINIENTOS EUROS sujetos a las retenciones legales que resulten aplicables. El ganador o la ganadora recibirá también un diploma acreditativo y verá su obra publicada en castellano y gallego por Ediciones Carena.

Para más información, adjuntamos las bases del concurso.

¡Buena suerte!

Descargar las bases del concurso

(La literatura como arma de indagación transformadora)

Con el término nivola, aplicado a su obra Niebla, Miguel de Unamuno, quería marcar la diferencia entre la indagación del mundo interior que planteaban algunas de sus obras frente a la novelar realista clásico.

Unamuno pensaba que la novela al uso se había incapacitado para explorar lo realmente esencial en el ser humano, su entidad profunda, individual, esencial.

Niebla narra la historia de Augusto Pérez, un personaje hosco y filosófico que se enamorará de Eugenia, y consagrará sus esfuerzos para conquistarla.

Te quise ayer, la última novela de Luis Anguita, es la historia de Marcos, un personaje huraño, solitario, que se enamorará de Sofía y consagrará sus esfuerzos a conquistarla.

Tanto Unamuno, como Luis Anguita, y sus protagonistas respectivos parecen más interesados en el universo interior, personal e intransferible, de cada uno de ellos, con sus respectivos problemas, que el análisis de los condicionamientos sociales y la culpabilización colectiva que en la que suele enredarse el novelar al uso.

Ambos hilan sus obras como «relatos dramáticos acezantes, de realidades íntimas, entrañadas, sin bambalinas ni realismos en que suelen faltar la verdadera, la eterna realidad, la realidad de la personalidad» como define el propio Unamuno a las nivolas.

Curiosamente, Unamuno, concibe que a la novela realista le falta lo esencial: “la eterna realidad de la personalidad”.

El cambio de enfoque supone también un cambio en la forma y en la estructura del novelar: Ambos autores dan prioridad al contenido sobre las forma, y caracterizan a sus personajes por un único rasgo de su personalidad, una idea o una pasión que los catapultan a una especie de intro-revolución, que les permitirá afrontar el caos.

En realidad, se trata de una rebelión de los personajes en contra de su propio destino.

Consecuentemente, ambos acaban enfrentándose, a vida o a muerte con sus propios autores en el caso del unamuniano Augusto Pérez, ya se sabe, pierde la batalla al intentar cambiar el guion para salvarse a sí mismo.

Marcos va mucho más lejos: no se conforma con cambiar el final, se apropia de la pluma y se proclama autor de la novela para reescribirla, reescribirse y recrearse a sí mismo. ¿Resultado? Eso pertenece al secreto del sumario que el lector desvelará; lo importante es el arma que utiliza Marcos para trazarse un destino digno: la literatura.

Personajes arquetípicos

Lo interesante, tanto de Augusto Pérez como de Marcos, es que encarnaran la quintaesencia del ser humano contemporáneo condicionado por  una sociedad experta en la manipulación mediática, en el adocenamiento y en la asfixia del mundo interior, individual, intransferible de cada cual.

Ambos personajes se rebelan contra el prosaísmo sofocante, contra la dinámica del economicismo que extirpa todo cuanto no es útil para convertirnos en máquinas productivas.

La literatura como medio de liberación

Y la originalidad de Luis Anguita y de Marcos (en este caso coinciden autor y personaje) es la elección del arma escogida para salir del marasmo: la literatura, la novela re-escrita a cuatro manos entre ambos utilizando la técnica “nivolista” de dejar que sea el factor interno el que marque la pauta. Ambos ponen la fe en la preponderancia de la inspiración interna sobre las preocupaciones laborales o el papel social algo totalmente revolucionario en estos tiempos de practicismo economicista.

No existe vida privada sin un guion íntimo, personal, que dé sentido al universo particular, no existe singladura vital si no es nuestra propia mente la que la promueve, si no son nuestras propias manos las que se encargan del timón.

Solo podremos cumplir nuestros proyectos cuando se nos hayan sido revelados por ese sueño de los despiertos que se llama lenguaje interno, conciencia personal. No podremos plantar nuestros designios si previamente no hemos cultivado un plantel interior, mediante la palabra inspirada.

Este es el mensaje “nivolístico” tanto de D. Miguel como de D. Luis y sus respectivos personajes.

En “Te quise ayer”, el cultivo de la literatura permite a Marcos desamordazarse, liberarse del eco del rebaño para forjar su propia voz, canalizar la riqueza de los sentimientos que hasta ahora permanecían asfixiados. La literatura como plasmación y realización de nuestros sueños, como oráculo imprescindible para conocer nuestras facultades, para liberar nuestros miedos, para tender redes de luz que nos conecten con los otros, pero también como medio de dotar de trascendencia a nuestra existencia, como manera de fijarla, más allá de nuestros límites biográficos. La creación literaria como recreación vital, como liberación del silencio de los corderos.

No existe viaje sin guion previo y quien lo escribe marca el destino. Marcos decide hacerse dueño del relato de su propia vida, activar el último recurso (“nos queda la palabra”) y con su ejemplo invita al lector (un lector es siempre y necesariamente un re-escritor) a hacer lo mismo: a dejar que sea la voz interior, la más auténtica de cada uno, la que modele la singladura, la que haga aflorar el mundo afectivo, interior, la que desvele el rico mundo sentimental que haga posible, como el olmo del Duero, el milagro de nuestro reverdecer como personas.

Hay otras muchas motivaciones por las que leer Te quise ayer, personajes robustos (el tío del protagonista), tiernos (Sofía), lúcidos (Elena, la librera), pero, aunque solo fuera por esta reactivación de la nivola, por la rebeldía literaria, transformadora, deberíamos leer esta obra y, lo que es inevitable, poner en marcha nuestra propia nivola vital.

José Membrive

Violencia de género
Diez años. Un día. Siempre un después…
de Mariaje de la Torre

 

Hay novelas de cuyas páginas dejan escuchar lamentos torturados de sus personajes y su rumor, aun con el libro cerrado, permanece incesante en la estantería, sin opción al silencio.
Algo de eso ocurre con Diez años. Un día. Siempre un después…
Estamos ante un tratado novelístico del sufrimiento humano derivado de una vida descompensada en pareja.
Podría decirse que el libro trata sobre violencia de género, pero también sobre el vampirismo afectivo que envenena las relaciones sentimentales en occidente y que nos están abocando a una sociedad de solitarios.
La gran virtud de la novela es que los personajes no se paran ante planteamientos teóricos ni culpabilizadores, sino que afrontan las dificultades del día a día con ánimo de superación. La facultad de aprender de las adversidades, la paciencia, la esperanza, la fortaleza interior… son virtudes poco predicadas y menos practicadas, que, a la larga, producen una literatura dura, saludable, esperanzadora.

 

José Membrive

La ética y la estética son también entes vivaces que, como todo en el universo, se transforman para transfigurarnos. Ética y estética ecológicas marca la pauta que las nuevas generaciones han de emprender no solo para salvarse a través de la salvación del planeta, sino para hacer de él un hermoso hogar digno de una humanidad que ha decidido cambiar el rumbo con respecto a sus relaciones con la naturaleza.

Estamos, por lo tanto, ante un nuevo fontanal de sensibilidad, ante un nuevo prisma ético-estético marcado por la armonía tanto en el camino como en la meta y en el que el destino del planeta y el de nosotros, sus hijos, confluirá irremisiblemente.

Libro vigoroso, claro, de franca y valiente denuncia en el que se desarman mitos hasta ahora tan fútiles y depredadores como la promesa del crecimiento económico exponencial del llamado Estado de bienestar o el avasallamiento y la expoliación de los recursos naturales al servicio de un consumismo absurdo e insaciable.

Pero, sobre todo, estamos ante el descubrimiento de una manera nueva de vernos a través de los ojos de la naturaleza, madre y portadora de abundancia no solo de recursos económicos, sino estéticos, éticos y anímicos.

Una propuesta poética y profética en la que la ciencia y la naturaleza se aúnan; en la que el alma, la mente y el cuerpo de todas las especies se confabulan para darnos un hermoso papel en la culminación de este vivo, hermoso y perpetuo milagro al que llamamos vida.

José Membrive

Poeta

🌹 ¡Sant Jordi ya está a la vuelta de la esquina! 🌹
 
Como cada año, os dejamos los horarios de firma de nuestros autores y os invitamos a que vengáis a visitarnos a cualquiera de nuestros stands en Las Ramblas, 81 y Passeig de Gràcia, 11
 
A más a más, estamos muy felices de anunciar que también contaremos con la presencia del juez Baltasar Garzón, que nos acompañará firmando ejemplares de La indignación activa, de 10 a 11 horas en Passeig de Gràcia.
 
¡Os esperamos!

En su nueva obra “De bien nacidos”, Membrive aspira a viajar al mundo de su infancia, de sus recuerdos, de su gente, aunque ya no sea posible, aunque todo, con el tiempo, se haya desvanecido…

A menudo, es fácil identificar la felicidad con el tiempo pasado, con esos bellos recuerdos que la mente retiene, de la niñez, de la juventud, pero, sobre todo, con esa elevada visión que el autor tiene de un mundo mejor, más noble y más justo; visión que se destruye con el paso del tiempo, porque, queramos o no, este mundo acaba por contaminarnos y por hacernos perder esa dulce esperanza de poder cambiarlo todo, de poder trasladar esa bella visión que poseemos en nuestro interior hacia el exterior, pero que, irremediablemente, termina chocando con esa barrera infranqueable que es la realidad, y consumiendo las aspiraciones de todo espíritu puro, aunque con el tiempo, pueda volver a renacer.

A veces, puede ser cierto que sólo apreciemos realmente el valor de los momentos cuando ya se han convertido en recuerdos; a veces, la belleza se hace patente en la distancia, en el horizonte, en el recuerdo de una niñez, de un lugar, de unos padres, de una familia y de una tierra; y esta condición es extensible a todos nosotros.

Por eso, pienso que este libro, tal y como describe José Membrive, va a conseguir que nos identifiquemos con él, pero no sólo eso, sino que, además, su forma de expresarlo, esa dulce melancolía que impregna toda  sus obra, ese amargo dulzor que denota en cada una de sus líneas, en las que constantemente se respira esa nostalgia producida por la herida de los recuerdos, de aquellos momentos que ya nunca volverán…, pues, además de identificarnos, logrará trasladarnos a otra época, a otro modo de ver, hasta conquistar ese reto que desea todo escritor: el de transmitir, el de hacernos sentir al leer su obra lo mismo que él  sintió al escribirla.

Y es precisamente este sentimiento el que desde sus palabras nos reclama, el que nos grita: no dejemos perder, no nos permitamos partir  de aquí sin saborear completamente los momentos presentes, que no dejemos que se vuelva a repetir lo mismo que sucedió de aquí hacia atrás. Tenemos que desgranar cada segundo del tiempo, valorar cada instante actual, cada día, antes de que se torne en recuerdo. Este es un miedo que nos alcanza a todos, el de no aprovechar el tiempo que se nos ha dado, el de marcharnos de aquí sin haber disfrutado lo  suficiente, sin haber aprendido lo necesario, sin haber acabado lo que creíamos que veníamos a realizar.

Membrive desmenuza esos instantes, este paso por la vida, esos recuerdos que han representado su vida, y lo hace con intensa pasión, con profundo sentimiento, con una muy cercana lejanía, pues consigue acercar lo que está tan distante, y al mismo tiempo que nos acerca a su mundo, también nos sumerge en el nuestro propio.

Es inevitable percibir entre sus líneas una gran luz, luz que, probablemente, fue precedida de una honda oscuridad. Tal vez, esa es la lección, el aprendizaje que comparte con todos nuestro querido autor, ese paso de la oscuridad, de la que él expresa que fue rescatado, hacia la luz; un importante paso, cuya causa él atribuye a todos aquellos que le ayudaron a encontrar esa luz de nuevo aunque, más bien, entiendo, al leer su obra, que siempre fue pertenencia de él mismo.

Porque todos necesitamos que otros nos despierten, despierten nuestros miedos, nuestras debilidades, nuestras dudas, nuestros remordimientos, nuestro sufrimiento, nuestro amor, nuestra fuerza…para poder desarrollar nuestras virtudes, para aprender a superar el  dolor…, por tal motivo se presentan en nuestra vida, en nuestro proceso  de aprendizaje, y estoy seguro de que Membrive ha descubierto esta profunda enseñanza, pues lo describe con impresionante exactitud y ternura, con profunda humildad y sinceridad, así como, gracias, sin duda, a su experiencia pasada y a la sedimentación de su espíritu, con una apacible serenidad.

Pero también se distingue en este proceso que es su poemario “De bien nacidos”, una sed, una puerta abierta a la esperanza, al descubrimiento de ese futuro que vendrá, con ilusión, y que perdurará hasta que llegue ese paso a través del umbral, el umbral de la muerte, a la que, estoy seguro, él ya no teme…

Hoy día los mensajes de los autores quizá no sean tan universales, sino que se concentran en círculos con los que se sintoniza, con los que existe una sincronía, y a ellos llega esta determinada obra, aquel determinado poemario… y, sinceramente, me alegro de pertenecer al círculo de Membrive, de poder disfrutar y regocijarme, de emocionarme con sus poemas, de poder asomarme a su mundo más interno, a ese mundo pleno de desesperanzas e ilusiones, de dolor y felicidad, de tristeza llena de tanta belleza…

Leyendo sus versos, es inevitable sentir la emoción, esa emoción que va impresa en cada una de sus líneas, la fuerza que expresa al sobreponerse al dolor de las grandes pérdidas, de esos momentos de oscuridad que describe tan bien y que hacen que se nos oprima el corazón hasta casi dejarnos sin respirar.

Los poemas de Membrive calan hasta lo más hondo de nuestro ser, pero  no sólo los suyos, pues en esta obra he podido comprobar cómo otro autor, concretamente, su hijo Eduardo, ha heredado su don, y sus palabras también consiguen llegar al alma, hasta hacernos emocionar, hecho que me ha sorprendido muy gratamente.

Aunque se trate de un libro personal e intimista, no dejaremos en todo momento de identificarnos en cada una de sus páginas con situaciones y sentimientos que cada uno de nosotros también vivió en el pasado y que nos conmovieron, propiciando que  seamos el ser que somos; situaciones y vivencias que han marcado un antes y un después, que han influido y moldeado al que hoy en día hemos decidido ser. Relata vivencias y acontecimientos que tocaron nuestro corazón, y nos transformaron profundamente o, al menos, transformaron nuestro modo de ver y entender la Vida.

Algo que me ha impresionado en esta nueva obra de Membrive es el modo de describir a sus hermanos, a su familia, de tal manera que consigue que, sin conocerlos, nos conecte con la parte más profunda de cada uno de ellos, hasta hacernos sentir su alma, divisar su espíritu, ese espíritu que vive en el recuerdo de nuestro querido autor y que, sin duda, forma parte de su propio espíritu, porque lo que él ve en cada uno de aquellos a los que ama no es otra cosa más que lo que reside en él mismo, en su propio corazón.

Nuestro autor realiza un acto de gran valor al abrir las puertas de su corazón, de su parte más íntima, y exponerla al público, al mundo, en un libro lleno de afecto y ternura.

Habla en su obra de sus padres, de lo que le transmitieron, no solo de palabra, sino con ese lenguaje que no está escrito en las páginas de los libros. Porque el verdadero lenguaje, en realidad, está escrito en las arrugas de nuestros mayores, en los pliegues de ese pergamino que es su piel, un lenguaje que nos habla de sacrificio, que describe trabajo, entrega y conocimiento. Y eso es lo que consigue transmitirnos Membrive en su obra, ese lenguaje perdido, ese amor y conocimiento ancestral que hoy es tan difícil entrever, ese legado tan importante de nuestros padres.

El gran error que muchas veces cometemos desde que nacemos, es considerar los bienes que recibimos desde el momento en que llegamos a este mundo, como un derecho inherente al hecho de haber nacido, porque puede que, en realidad, no sea un derecho que poseemos, sino un regalo, una ofrenda que nos brinda la Vida y nuestros padres.

Y a este regalo, a esta ofrenda, a este tiempo que se nos ha dado, con todas sus bajadas y subidas, con sus idas y venidas, debemos Gratitud, esa Gratitud que hace al ser mucho más pleno, que le otorga visión y abundancia, y que le hace más feliz en su paso por la vida.

Y este poemario de Membrive es, sobre todo y ante todo, un canto a la Gratitud, un canto de agradecimiento a la vida por todo lo que le ha dado, en este breve espacio de tiempo del que ha disfrutado. Un poemario pleno y lleno de riqueza, y que sin lugar a dudas, llega al corazón porque sale del corazón.

 

José Luis Villar

Para mí supone una doble emoción estar aquí: primero, por presentar este pequeño gran libro; y segundo, por dar a conocer a Francesc Marzo, que en el fondo es como llenar una estancia oscura de luces brillantes.
Conocí a Francesc directamente a través de su escrito: microrreflexiones densas y vivas. Y lo que más me impactó fue su agilidad de moverse entre diferentes mundos. Una agilidad que solo poseen las mentes extraordinarias. Para entender a nuestro autor y a su libro hay que creer en los milagros, porque es lo que nos facilita entrar en relación con otros espacios que no son los sensibles. Nuestro teólogos y filósofos, los supuestos guardianes de la revelación, son demasiados reales, demasiados cartesianos y empíricos. En Occidente hay un empobrecimiento real del mundo invisible, y estamos perdiendo demasiado a prisa un cierto sentido espiritual. Hay una dificultad para creer en Occidente; y hemos perdido la capacidad de conocer la irrupción de otros mundos en nuestro conocimiento, demasiado adaptado a categorías y sistemas.
Hay un mundo, que no es el de la percepción común, que es donde suceden los acontecimientos espirituales reales, y que también son profundamente corpóreos: es la tierra de las visiones, como lo llama Henry Corbin y la metafísica musulmana. Esta realidad intermedia suprasensible entre el mundo inteligible y el sensible es donde se ubica el decir de Francesc Marzo. La lógica del delirio roza este lugar donde suceden las visiones. Por eso se necesita una cierta predisposición para querer entender lo que aquí se dice y estar abiertos a lo que se sospecha pero no se ve. Es como una necesidad de poner en juego la intuición, lo que se presiente, para empaparse de este libro. Un libro, que por otro lado, pide ser leído como una ceremonia del té, despacio y con detalle, sorbo a sorbo.

Dicen los que saben, los verdaderos conocedores, que uno de los mejores lugares para encontrar al Divino es a través de los textos revelados, sea de la tradición que sea. Y Creer en Dios o creer en Jesús tiene mucho de eso, a pesar de presentarse en un marco de novela. Pero lo cierto es que este encuentro entre dos cardenales —Aldo Conti y Carlo Martinetti—, donde uno de ellos entra en crisis de fe, sirve a nuestro autor para indagar no solo en los entresijos de la iglesia católica y la figura de Jesús, sino también en las preguntas existenciales del ser.

Tres detalles resalto de esta obra que va mucho más allá del simple entretenimiento:

—La interpelación de Roger Armengol con las santas escrituras, especialmente con el Nuevo Testamento, generando diálogos inteligentes y una escucha atenta del lector interesado.

—La imantación de la figura de Jesús, en su aspecto más humano.

—Su forma de indagar lo numinoso. Nuestro autor no lo hace desde la fe, tampoco lo hace desde la revelación, sino a través de la pregunta y el preguntarse. Apuesta por la propia duda como la manera más eficaz para saber sobre lo divino. Un enfoque, pues, racional, analítico e ilustrado para entrever el misterio de Dios. ¿Lo conseguirá?